CINTURÓN VERDE: EL PATIO AGROECOLÓGICO DE ROSARIO

Desde proveer alimentos de cercanía, brindar servicios ambientales o fomentar el trabajo digno y las decisiones democráticas, el Cinturón Verde del periurbano rosarino es una de las iniciativas locales que propone desde la agroecología una posible respuesta a las crisis socioambientales de la acutualidad.

Por Rodrigo Covarrubias

La inseguridad alimentaria, las crisis económicas, los impactos del cambio climático y la sostenibilidad de la producción de alimentos, son algunas de las problemáticas socioambientales que se discuten a nivel global en el largo plazo. Las explicaciones sobre la crisis alimentaria global apuntan a factores estructurales y coyunturales: la inflación en el precio de los alimentos, las consecuencias de los fenómenos climáticos o los cambios geopolíticos. Pero en general, se enfatiza en las múltiples causas de una crisis que lleva implícita la necesidad de respuestas integrales a los problemas y, sobre todo, la continuidad en el tiempo.

La agroecología como modelo producción de alimentos se plantea, no solo la necesidad de perspectivas diversas, sino el trabajo articulado de las distintas disciplinas. Desde la preocupación por el trabajo digno, el cuidado del suelo o los servicios ambientales; hasta la ética de los productores, la conciencia de los consumidores, el saber tradicional, la preferencia local y el componente humano, los principios agroecológicos abarcan los suficientes argumentos para entender que la estrategia frente a la crisis socioambiental de los alimentos no se reduce a soluciones unilaterales o a esfuerzos marginales, sino a un trabajo conjunto para encontrar la manera de producir alimentos de manera sana y soberana.

“Es un gran acuerdo entre las partes”, así define la vocación más política de la agroecología Raúl Terrile, Ingeniero Agrónomo a cargo del proyecto del Cinturón Verde de producción periurbana de la ciudad de Rosario.

El Cinturón Verde, junto con el Programa de Agricultura Urbana (PAU), son las dos experiencias agroecológicas más importantes de la ciudad y han tenido reconocimiento y premios internacionales. La iniciativa del metropolitana abierta en 2016, es la continuación del PAU, iniciado en los contextos de la crisis económica de 2002 como producto del trabajo conjunto del Inta, a través de ProHuerta, el gobierno local y la ONG Cepar (Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas de Rosario) de la que formaba parte Raúl Terrile, junto a otros especialistas como Antonio Lattuca.

“En ese momento la municipalidad plantea el desafío de en vez de atender la política social con bolsones de comida, hacer un programa que pudiera generar su propio alimento y que se pueda comercializar en ferias, es decir, que los huerteros y huerteras puedan generar un ingreso”, dice el especialista sobre los comienzos del PAU y hace la siguiente enumeración hilvanando una idea: “A partir de las crisis del 89´ se genera el ProHuerta, a partir de la crisis del 2001 se generan estos programas, que Rosario fue un ejemplo, pero también se realizaron en otras localidades. Las crisis muchas veces son oportunidades”.

Cinturón Verde

Raúl Terrile ya no forma parte del PAU, sino que coordina la producción periurbana agroecológica, que cuenta con alrededor de 120 hectáreas, entre las de transición y las completamente agroecológicas; abarca 50 hectáreas hortícolas, el equivalente al 20% de la horticultura total; tiene producción extensiva de fardos, trigo orgánico, avena agroecológica; y de un total de 45 quinteros, 10 trabajan con agroecología y 20 están en transición. “Venimos trabajando con productores que producían con productos convencionales de síntesis química, acompañándolos a la reconversión productiva hacia la agroecología y fundamentalmente mostrándole que es posible producir si agroquímicos” expresa para A+S.

Una parte del trabajo, según cuenta, tiene que ver con el convencimiento: “Hasta que no lo ven no lo creen. Nuestra estrategia fue hacer módulos demostrativos en los campos, en las quintas y en las huertas para observar juntos que, entre lo que nosotros sabemos y lo que ellos conocen del terreno, pasa a la realidad”. El saber y la práctica agroecológica, explica Terrile, es horizontal y se basa en un intercambio constante de información a partir de la lectura del terreno. “El conocimiento no solo es del técnico, sino del huertero”.

Los límites: la tierra, el tiempo y las “soluciones mágicas”

Las teorías agroecológicas también encuentran sus límites en la práctica: el descreimiento de los productores, la solución rápida de los agroquímicos, la disposición del tiempo y la tenencia de la tierra son algunos de ellos. La agroecología, explica el especialista, al nivel de los costos no tiene gran contraste con la convencional, la diferencia la hace el tiempo y la mano de obra: “Lo que no se gasta en productos, se gasta en mano de obra. Pero le estamos dando trabajo a otra gente. En vez de gastar en un insumo que muchas veces es importado, esa generación de ingreso queda en mano de obra para alguien que está trabajando”.

Los insumos biológicos o las semillas, por ejemplo, se pueden autoproducir, pero necesitan del esfuerzo, los materiales, la información y el asesoramiento necesario para prepáralos – aunque exista un mercado que los comercializa-. En este aspecto, los agroquímicos corren con ventaja: “Los insumos químicos tienen un efecto más rápido, son como mágicos porque son potentes. Si le pongo un insecticida químico a unos pulgones, los pulgones se desmayan”.

Sin embargo, así como la agroecología tiene como condición la mano de obra y el tiempo, tiene como virtud la independencia. “La agroecología es una forma de darle a los productores grados de libertad. Muchos productores están endeudados con cooperativas y después pagan a cosecha. Compran los agroquímicos, compran las semillas y después cuando cosechan tienen que estar devolviendo a la cooperativa o a la casa de insumos químicos”.

“Lo que no se gasta en productos, se gasta en mano de obra. En vez de gastar en un insumo que muchas veces es importado, esa generación de ingreso queda en mano de obra para alguien que está trabajando”.

La disponibilidad de la tierra, otro punto importante sobre el que habló, en el caso del periurbano, a diferencia del espacio urbano donde la tenencia está vinculada a terrenos fiscales o empresas que ceden el espacio y se le traslada al huertero, se requiere de un ejercicio de construcción política y de consenso: “La agroecología tiene que ir a negociar con los propietarios para poder, desde el gobierno, articular contratos de arrendamientos que sean mínimo de 3 años. El estado es el que articula, pero el acuerdo lo tienen que hacer entre el propietario y el productor”.

Otro asunto al respecto es la situación de la competencia por el uso del suelo. “Es preocupante el cambio de uso del suelo. Hay estudios del INTA referentes a que en la década del ochenta había 10.000 hectáreas de producción hortícola en todo lo que es el gran cinturón verde de Rosario en el área metropolitana. Hoy hay 3.000 hectáreas después de trienta años”. Terrile, aseguró que la producción de alimentos se viene reduciendo aún más en los últimos años, en gran parte por el interés sobre los terrenos para desarrollos inmobiliarios o proyectos industriales.

“Lo que falta en cada comuna, cada municipio, son planes de ordenamiento territorial para preservar esas áreas, porque además de proveer alimentos de cercanía, brindan servicios ambientales. En todo ese suelo absorbente y esponjoso, en caso de lluvia, si el agua no se absorbe, se traslada a la ciudad. Es como que Rosario tiene el patio donde llueve y se absorbe. Pasa en todas las localidades, cada vez se impermeabiliza más el suelo y pierden su función ecosistémica”, explica el Ingeniero Agrónomo y Máster en Agroecología y Desarrollo Rural.

Además, agregó otros servicios ambientales que proporcionan estas grandes zonas para la producción de alimentos, como moderar el clima y absorber el dióxido de carbono. En Rosario, actualmente, hay 800 has. protegidas para la producción de alimentos, establecidas por la Ordenanza 9.144/13, que regula el uso del suelo urbano y determina un área de protección frutihortícola, la cual se ubica en el margen sudoeste del área metropolitana de Rosario.

Sistema de Garantías Participativas para el sur de Santa Fe

El integrante del programa de agroecología y además asesor y consultor en la materia para diversas instituciones, confirmó que se está diseñando un Sistema de Garantías para Rosario y, a partir del trabajo con localidades vecinas, se esta formando un nodo agroecológico del área sur de Santa Fe para compatibilizar el Sistema de Garantías Participativas con otros municipios y comunas de la región. En otra nota de A+S, hablábamos de la importancia de la certificación para los productos agroecológicos y de las diferencias respecto de las certificaciones por tercera parte de los productos orgánicos.

Terrile explica sobre los SPG: “La idea es que la garantía de que un producto es sano este dada por un colegiado de actores: la universidad, los colegios profesionales, la municipalidad, los productores, los consumidores. De manera conjunta damos fe de que lo que se produce agroecológicamente realmente lo sea.”

Una aliada para la crisis socioambiental

Dijimos al principio que las crisis socioambientales, y particularmente, la crisis alimentaria, son problemáticas de múltiples causas. Como contrapunto, la agroecología tiene múltiples objetivos. El entrevistado los enumera: “Tratamos de que se integren los propósitos económicos, sociales y ambientales. Hacemos políticas públicas, fomentamos el desarrollo local y los mercados de cercanía, tenemos cuestiones de equidad de género, de ética del productor y del profesional; hablamos de dignidad en el trabajo, promovemos las organizaciones de productores, de consumidores, etc, y una cantidad de principios que tienen que ver con que el poder sea lo más horizontal posible y que las decisiones sean lo más democráticas posibles.”

Y concluye: “Apuntamos a que de manera colectiva y comunitaria nos podamos cuidar entre nosotros”.

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