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Premios Legado: Incubadora de Frutillas Del Viento

La Fundación 500 RPM trabaja en el desarrollo de proyectos y en particular con energías renovables. ¿Cómo han llegado a generar incubadoras de frutillas de alta calidad?

«Tomamos la decisión estratégica con el INTA de enfocarnos en lo que es la producción de frutillas con todo un sistema socio productivo. Legado, de la Fundación Bayer, nos permitió desarrollar tanto la tecnología dura como también la parte productiva que consiste en túneles y el sistema de riego por goteo» relata Guillermo Pleitavino de la Fundación 500 RPM

Por Lucciano Marcon

A+S dialoga con Guillermo Pleitavino, sociólogo y con un master en economía social, quien forma parte de la Fundación 500 RPM y trabaja en la parte de desarrollo de proyectos y de fondos. Esta organización surge en el 2010 y trabaja con el desarrollo de energías renovables. Como merito a su trabajo lograron conseguir el premio de Legado por tercera vez.

«La fundación surge con un fuerte componente educativo, o sea trabajamos con escuelas técnicas fabricando aerogeneradores de baja potencia y los instalamos en escuelas rurales que no tenían acceso a la electricidad. Con el desarrollo de los proyectos nuestras áreas de trabajo se fueron bifurcando en dos grandes partes temáticas, una es el área de desarrollo rural y la otra es el área educativa. Hoy lo que seguimos haciendo son talleres de fabricación con escuelas técnicas y con universidades y, además, instalamos electricidad en lugares donde hace falta y también hemos desarrollado kits pedagógicos», comenta Guillermo Pleitavino.

Según el entrevistado, gracias a Legado pudieron desarrollar más tecnologías de bombeo de agua en el aerogenerador para hacer uso del recurso, y en este caso en la Patagonia donde su trabajo es el desarrollo rural. Principalmente en la provincia de Chubut, en la zona rural de Esquel y en la parte de la estepa. En esta zona el recurso del agua es bastante escaso y la población, mayormente conformada por pueblos originarios, está dispersa. «Son básicamente pequeños productores de subsistencia. En esa zona estábamos trabajando con la parte educativa, con las escuelas rurales, y empezaron a aparecer demandas de pequeños productores y también de instituciones que querían aplicar esta tecnología a la parte productiva. Así que formamos una alianza con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) de Esquel y a lo largo del proyecto se han sumado gobiernos locales y otras fundaciones» detalla Pleitavino.

¿Qué caracteríticas tiene el aerogenerador con el que trabajan?

«El aerogenerador de baja potencia con el que trabajamos es una tecnología abierta que se fabrica localmente partiendo de materiales cero. Por eso, lo pueden fabricar las escuelas. Las mismas siguen participando en estos proyectos de desarrollo rural y seguimos la misma lógica para integrar el tema del agua, o sea, testeando o diagnosticando cuáles eran las tecnologías que ya usaban los pobladores y luego poder desarrollar los componentes electrónicos que permitan hacer ese nexo entre la tecnología eólica que ponemos y la de los sistemas de bombeos que existen. Eso nos permitió, al principio, también hacer las primeras relaciones propiamente dichas. O sea, empezamos con estos pobladores rurales aislados que están en el medio del campo con alguna fuente de agua cercana. Luego, instalamos unidades hortícolas, en general, lo que sería viticultura de hojas verdes, que es lo que la gente ya estaba produciendo. A partir de eso, tomamos la decisión estratégica con el INTA de enfocarnos en lo que es la producción de frutillas con todo un sistema socio productivo. Legado, de la Fundación Bayer, nos permitió desarrollar tanto la tecnología dura como también la parte productiva que consiste en túneles y el sistema de riego por goteo.

Luego de ese proceso de incubación y de acompañamiento desembarcamos con la inversión más fuerte que tiene que ver con los sistemas energéticos y ampliar las parcelas productivas. Es un proyecto que tiene ese compás, el componente educativo, o sea las escuelas técnicas fabrican los aerogeneradores junto con sus docentes y estudiantes en un marco de un proyecto social o podría decirse de un proyecto solidario, y esos aerogeneradores después se instalan junto con estos chicos y la comunidad en estas parcelas productivas. Al final, nuestro equipo hace el seguimiento a la producción y a la comercialización»

«El acompañamiento sistemático de Bayer nos permitió ir aprendiendo, creciendo e ir mostrando resultados para luego poder aplicar a oportunidades de fondeo cada vez más importantes»

“Otra de las cosas que estamos tratando de ofrecer es que la gente se quede en la localidad. Lo que sucede varias veces es que las familias, principalmente los jóvenes, al ver las condiciones adversas y la baja rentabilidad del labor que realizan, la elaboración predominante de las pequeñas economías es la producción de cabras y ovejas, eso tiene una muy poca rentabilidad. No alcanza para las familias y por ende los jóvenes empiezan a migrar a otros centros urbanos con poblados y queda la gente más grande”, comenta el miembro de Fundación 500 RPM.

«¿Por qué Frutillas del Viento como nombre? Porque las mismas se pueden producir gracias a la energía eólica, al viento»

Guillermo Pleitavino

Lo que la fundación plantea son emprendimientos comerciales. La escala de producción requiere una dedicación, trabajo intensivo y que tendría que ser visto ya que la huerta de autoconsumo tiene 10 metros cuadrados y en este caso estamos hablando de 2.000 metros cuadrados.

Fundación 500 RPM tiene la visión de transformar el área árida de la estepa en una zona productora de frutillas, el cual es un producto de alto valor agregado y que en esa parte tiene ventajas comerciales, sintetiza Guillermo Pleitavino.

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