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Conservando de Negocios en familia

Del Chisme al Diálogo significativo

Por Jorge O. Hambra

En su libro De animales a dioses–Breve historia de la humanidad, el historiador israelí Yuval Harari analiza la función del chisme desde el comienzo de las microsociedades humanas y lo entiende como una forma básica de control social. Allí plantea que el poder del chisme o cotilleo residía en su capacidad para ejercer control transversal sobre los comportamientos que podían implicar desafío al orden social existente.

Así, con sus más y sus menos, esa actividad tan difundida cooperaba con la mantención de la cohesión social porque cualquier conducta inhabitual llevaba a que el sujeto en cuestión estuviera en boca de todos, con la tácita amenaza de ser excluido de la tribu. De allí que la mayoría eligiera comportarse de modo conservador, aportando así una base de mutua previsibilidad bastante elevada.

Escritor Yuval Harari

De este modo, el chisme contribuyó a que las micro-sociedades pudieran ejercer un control que evitara que la lógica de su tejido relacional se desarticulara. Siendo las familias micro-sociedades, este fenómeno ocurre en ellas cotidiana y espontáneamente. Lo alienta su facilidad, ya que no exige ningún grado de madurez emocional. Más bien lo contrario: para chismorrear no es necesario prepararse cuidadosamente, desarrollar un plan, alivianar los sentimientos que pudieran promover ofensas, anticipar posibles respuestas destempladas de la otra parte, cuidarse de no herir la identidad de las personas y, por sobre todo, no requiere que miremos a los ojos a quien le decimos aquello que es difícil de decir.

Ahora bien, si el chisme ocurre de todos modos y no se necesita ninguna preparación especial para ejercerlo ¿por qué no aprovechar sus ventajas, adoptarlo y darle validez? Sucede que su ocurrencia inevitable no significa que sea la mejor manera de encarar las diferencias de criterio ni los desacuerdos. Si bien sirve para procesar algunas pequeñas cosas de la vida en que podemos no estar de acuerdo, aplicado como método de control social lleva al deterioro creciente y silencioso de las relaciones interpersonales. Pero aún más, en nuestro caso hay que considerar que la familia empresaria (FE) no es una familia “normal” en el sentido de que, además de convivir con las tensiones propias de las relaciones íntimas, tiene que estar preparada para lidiar con las del manejo del poder, de la asignación de responsabilidades y de ingresos, la disposición del patrimonio y la preservación de la autoestima, todos temas extremadamente sensibles. Por eso para una FE, el desarrollo de la inteligencia emocional no es opcional, es condición de sobrevivencia.

Dado esto, la sugerencia es evitar todo lo posible tanto el chisme como el dialogo banal o little talk usado para hablar de nada con las personas con que tendríamos que hablar de eso que evitamos. En su lugar, la propuesta es aprender a construir diálogos significativos. A diferencia de los dos primeros, estos últimos suponen el uso de Lenguaje de Proyecto, es decir, de un tipo de abordaje basado en la aceptación de que la palabra del otro tiene sentido y es válida porque, aún cuando no refleje la verdad, cumple la función de informar acerca de como construye su forma de ver el mundo, entiende las relaciones, o concibe lo que es justo y lo que no. Pero, aceptar no significa de ninguna manera compartir. Aceptar es intentar comprender antes de juzgar y de pedir ser comprendido. Es tener la disposición para escuchar antes de pedir ser escuchado, es atreverse a indagar el por qué de que cada uno conciba las cosas de la manera en que lo hace y es estar dispuestos a explorar las posibilidades de encontrar juntos una salida a los problemas comunes, hasta incluso cuando no quede más remedio que una ordenada separación.

Asumir esta condición hará la gran diferencia y finalmente definirá “Quien tiene a quien”, es decir, si la familia tiene el poder para sos-tener su negocio, o si las particularidades del negocio familiar terminarán sojuzgando a quienes deberían ser capaces de gobernarlo.

JORGE OMAR HAMBRA, Fundador y Director del Club Argentino de Negocios de Familia (CANF) Licenciado en Psicología (UBA). Especialista en procesos de cambio. Autor de los libros La PYME Familiar (2017), Cómo lograr una Empresa Familiar Visionaria (2012) y La llave de la Calidad Total (1993). Profesor en la Maestría de economía y finanzas de la Fundación Libertad, Profesor invitado de la Universidad Siglo XXI, ESEADE y de la Escuela de Concesionarios Renault Conferencista en Suiza, EEUU y numerosos países de Latinoamérica, Consejero de Directorios de importantes negocios familiares, se destaca por su labor orientada a incrementar la sostenibilidad de las empresas familiares.

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