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Más allá de los residuos

¿Cómo el INTA utiliza los subproductos de los alimentos para darles nuevos usos?

Por Lucciano Marcon

A+S dialoga con Pedro Federico Rizzo, ingeniero, agrónomo, doctor en ciencias agropecuarias y coordinador de proyectos del INTA a nivel nacional

Pedro Rizzo -Trabajo actualmente en la Estación Experimental, Mendoza, ubicada en Luján de Cuyo y me dedico principalmente a lo que es las líneas de investigación en tratamiento y valorización de residuos orgánicos y actualmente estoy coordinando un proyecto de INTA a nivel nacional, es acerca de la valorización de residuos y estudiantes agropecuarios y agroindustriales para el agregado de valor, además estoy presidiendo la Asociación Argentina de compostaje y en el entorno de las dos instituciones. Manejamos diversas líneas de trabajo en relación a la temática y el proyecto ya sean nacionales o internacionales.

Según el entrevistado, el proyecto tiene cuatro objetivos específicos; uno es el de identificar subproductos de actividades pecuarias agroindustriales para el agregado de valor, de manera que se puedan minimizar los efectos negativos que pueden llegar a tener sobre el ambiente y agregarle valor generando algún tipo de otro bioproducto que este puede llegar a ser, como un biofertilizante, una enmienda orgánica o también bioenergía. Dentro del instituto cuentan con diversos grupos, ya sean propios del INTA o de otras instituciones, como así también del sector privado, que trabajan en lo que es la valorización de residuos y afluentes agropecuarios industriales.

¿A qué se refiere cuando menciona subproductos?

-Dentro de una cadena productiva como por ejemplo, la producción de cerdos, estos serían los afluentes que se generan en los galpones de engorde. Si bien tienen un alto contenido de nutrientes y materia orgánica que se puede valorizar, eso si no se le brinda ningún tratamiento termina contaminando. Dependiendo de la producción tenemos distintos tipos de problemas, por ejemplo, en lo que es producción de huevos; el residuo es el guano propiamente, en cambio, en el caso del pollo parrillero, es una mezcla de cascaritas de arroz o cascaritas de girasol con las excretas de de los animales en el caso, por ejemplo, de la producción de aceite de oliva.

Cada producción tiene sus subproductos, nosotros tratamos de utilizar el concepto de “subproducto” y no de residuos porque es algo que se desecha y que no tiene ningún tipo de valor, entonces tratamos de considerarlo como un producto donde a ese material orgánico se le puede agregar valor mediante alguna tecnología y que pueda ser un insumo para otra cadena productiva.

El ingeniero mencionó que actualmente, dentro del proyecto, hay cuatro líneas de trabajo; una está destinada a brindarle tratamientos de compostaje, de gestión anaeróbica o de otro proceso tecnológico para finalmente obtener un fertilizante que sea utilizado para enriquecer las propiedades físicas ideológicas del suelo o para la generación de bioenergía, un ejemplo sería el biogás. El otro objetivo específico que tiene el proyecto, es la de evaluar la calidad de estos nuevos productos que se generan, por ejemplo, a partir de gallinas ponedoras, ellos están elaborando un compost a través del proceso de compostaje que enriquecen con algunos nutrientes y microorganismos.

El tercer objetivo es comprobar qué efecto tiene ese nuevo producto sobre el cultivo directamente o sobre las propiedades del suelo, que mejora puede llegar a tener. Y el cuarto está vinculado a la capacitación hacia el sector productivo, hacia la comunicación de estos nuevos resultados como así también la de articulación de estos grupos de trabajo con el sector privado.

¿Algún caso de éxito en la reutilización de sub productos?

-Por ejemplo, en el Mercado Central de Frutas y Verduras de Buenos Aires, el INTA acompañó una nueva gestión de residuos orgánicos, separando lo que tiene valor comercial o es comestible y aprovechado para la alimentación humana. En el estado de putrefacción, se genera compost a gran escala. Ahí se evita que toneladas de materia orgánica vayan a un relleno sanitario y, en cambio, se destinan para consumo humano y generación de enmiendas utilizadas por los productores hortícolas. Generalmente, cuando trabajamos con el sector privado, el INTA establece convenios de asistencia técnica o colaboración técnica para investigar problemas específicos.

¿Qué proyectos maneja el INTA sobre esta temática?

-Bueno, como mencioné, este proyecto involucra a unas 33 unidades de trabajo del INTA, abordando temáticas locales y vinculándose con proyectos a nivel nacional e internacional. Actualmente, estamos vinculados con dos proyectos de la Unión Europea y otro con financiamiento de FONTAGRO, una agencia de financiamiento de investigación latinoamericana. Al menos uno de estos proyectos está relacionado con la remediación de sitios contaminados, como el proyecto FAICHU en San Juan, que busca descontaminar suelos afectados por la industria minera.

Además, tenemos el proyecto FERTIMANIA, que busca generar fertilizantes a partir de nutrientes presentes en estiércoles animales. La idea es acoplar diferentes procesos tecnológicos para extraer bioenergía, nutrientes y generar bioestimulantes. Evaluamos distintos sistemas de producción intensiva de hortalizas, explorando la posibilidad de utilizar residuos locales para generar un compost y, a partir de este, un fertilizante líquido. Este líquido, similar a un té de compost, se emplea en sistemas de agricultura vertical para el cultivo de vegetales.

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