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Las frutillas tienen la particularidad de ser una de las pocas frutas que pueden disfrutarse con los cinco sentidos

Frutillas hidropónicas: obtener la máxima calidad justifica la mayor tecnología

Por Fernando Vilella

Las frutillas tienen la particularidad de ser una de las pocas frutas que pueden disfrutarse con los cinco sentidos. Su gusto es delicioso, tiene un aroma inconfundible, a la vista es muy atractiva, es tersa al tacto y al morderla desata sensaciones auditivas que las hacen únicas.

Es producto de biotecnologías del siglo XVIII donde jardineros y técnicos franceses obtuvieron un cruzamiento entre dos especies la proveniente de los bosques andino patagónicos Fragaria chiloensis y la norteamericana Fragaria virginiana. Tomando de la primera el tamaño y de la segunda el sabor. Se la denominó Fragaria x ananassa.

La patagónica usada fue su versión blanca donde está en las zonas de menor altura sobre el nivel del mar. Los mapuches usaban las frutillas no solo para consumo fresco sino también elaboraban un vino y pasas curándola al sol.

En 2019 la producción en el mundo fue de 8,885,028 toneladas, con una superficie cosechada de 396,401 hectáreas con un rendimiento promedio mundial de 22,4 toneladas por hectárea. La producción mundial creció 42% en 10 años (2,6 millones de toneladas). El mayor productor es China con el 36% EE.UU. el 11% y México el 10%. En exportación el Volumen es de 1.559.118 TN, por un valor de US$ 4.001Millones.

Actualmente en nuestro país existen un total de 1700 hectáreas de frutillas y se cosechan entre 45-50.000 toneladas anuales, unas 30 toneladas por ha. Las provincias productoras de esta fruta son: Santa Fe, Tucumán, Buenos Aires, Corrientes y Jujuy. Las primeras tres representan alrededor del 70% de la producción total a nivel nacional.

Los argentinos anualmente consumen aproximadamente un kilo de frutillas al año, principalmente en los meses de primavera-verano. En Coronda, Santa Fe, hay más de 400 hectáreas cubiertas. En Buenos Aires, la producción de frutilla se sitúa en el Área Metropolitana y al sudeste con 650 hectáreas Por su parte, Tucumán concentra la producción de frutilla en el Departamento de Lules, Alberdi, Monteros, Famaillá y algunas zonas de Tafí del Valle con 350 hectáreas cubiertas. Jujuy y Córdoba registran menores volúmenes productivos pero logran una producción sostenida.

Los destinos de las frutillas argentinas son principalmente dos: mercado en fresco e industria. A este último se destina gran parte de la producción. Por ejemplo, Tucumán dirige el 70% de su producción a la venta de frutillas congeladas. Este rubro se encuentra concentrado en un número pequeño de productores. Aquellos que cuentan con las instalaciones correspondientes -estructura de frío y congelado- para cumplir con los requisitos de esta actividad. Generalmente, son los mismos que se encuentran en condiciones de poder exportar la fruta congelada

El alto precio fuera de estación justifica la producción en invernaderos que lo anticipen y en estos sistemas más intensivos como los hidropónicos. En los 90 tempranos junto a Mario Clozza hicimos algunos intentos cuando aún no había producción en el NEA. Hoy Elcio Steyding, Técnico Agropecuario de la Universidad Federal de Santa María en Rio Grande do Sul. Nos dice que “Cuando se hace una producción de frutilla en suelo, hay que mover el cultivo de un lugar a otro, rotando la superficie, en cambio con esta otra alternativa se puede realizar en el mismo lugar. Es un uso más racional del recurso ambiental, mejorando la calidad y la nutrición. Si bien los costos aumentan, se incrementa la productividad y se obtiene una mayor rentabilidad”.  Por invitación del gran experto Mariano Winograd, Elcio está realizando cursos de capacitación en varias localidades de Argentina a partir de su experiencia primero en Brasil y luego en Paraguay. Con esta técnica logra rendimientos de entre 800 y 1200 gr con 10 meses de producción frente a los 450/500 gr logrados en suelo en iguales localizaciones. Lo hace con bancadas a una altura que facilita la cosecha y sustratos de cascara de arroz tostadas de muy bajo costo. Esta capacitación está dirigida a fomentar productores locales de tamaños pequeños y medianos con estructuras baratas.

Pero también hay emprendimientos en gran escala y altísima tecnología como la ubicada en Lima, pcia de Buenos Aires por Adblick que comercializa con marca propia, Zempre. Tienen 14.400 m2 de invernadero de última tecnología, de 8,5 metros de altura, con sistema hidropónico en sustrato de fibra de coco, computadoras que controlan los parámetros químicos y formulan y equilibran la solución nutritiva con un 90 % de recuperación y mínimo impacto ambiental al usar muy eficientemente los nutrientes y el agua.  Las frutas son muy sanas, libres de insectos a partir de mallas antiáfidos. Las plantas están en unas canaletas de altura variable que maximizan el uso del espacio (tan costoso en invernaderos sofisticados) y al poner las plantas a la altura de las personas facilitan la cosecha. La fruta está tan limpia que directamente puede clasificarse al momento de cosecha e ir directamente al envase de venta mejorando la calidad al tener menos manoseos. El objetivo es al menos un kilo por planta en una ventana de producción de 300 días. Están haciendo pruebas con estimulantes biológicos donde aspiran llegar a 1, 6 kg por planta.

Según Federico Mouso “El sistema oscilante nos permite tener alta densidad de plantación ya que nos da la posibilidad de trabajar en distintas alturas. Disponemos de varias celosías dispuestas una al lado de la otra. De este modo, a través de un motor, podemos bajar la mitad de las celosías y subir la otra mitad y cuando queremos que las plantas tomen sol las ponemos todas a la misma altura y de esa manera no compiten. Así podemos tener 190.000 plantas por hectárea mientras que a campo no se suelen tener más de 60.000 plantas por hectárea”.

En ambos casos se usan variedades como San Andrea de día neutro y buena calidad, provenientes de Patagonia o Chile, aunque siempre hay un ajuste permanente de variedades.

Dentro del menú a incorporar para lograr más exportaciones y generación de trabajo la frutilla es otra producción de la Vaca Viva con posibilidades de llegar a la oferta mundial donde hoy estamos casi ausentes, aunque ya hay mucha gente trabajando y endulzándonos la vida, poniendo su esfuerzo para nuestro deleite y podamos poner la frutilla en el postre de la bioeconomía.

Fernando Vilella es Ingeniero Agrónomo, Profesor Titular Cátedra de Agronegocios y Director del Programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

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