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Ciudad verde: ¿Alcanza con reciclar, tener bicisendas y plantar árboles?

“La ciudad en sí misma es un problema ambiental”, sostiene el profesor de educación ambiental Pablo Sessano. Por sus niveles de contaminación y gasto de recursos, entre otros motivos. Además, considera que lograr ser una ciudad verde “está muy lejos de lo que están proponiendo”

Por Florencia Padrón

A+S dialoga con Pablo Sessano, profesor de educación ambiental. Trabajó como coordinador de PROGEA -Programa Educación ambiental y Gestión del ambiente escolar- en el Ministerio de Educación de CABA.

«La educación ambiental finalmente es una lucha en contra de un cierto modelo de concebir la sociedad, el desarrollo y la relación con la naturaleza», opina el profesor Pablo Sessano. A fin de concientizar asevera que es necesario trabajar alrededor de las problemáticas que afectan directamente la vida de las personas. “De ninguna manera la educación debería ser homogénea. No es lo mismo educar en India que en América Latina o en CABA y en una zona rural”, advierte.

¿Cómo se puede concientizar sobre el cuidado del ambiente urbano?

Podría haber muchos temas, pero yo creo es que hay ciertas cuestiones claves en el tema de las urbes. Primero, desde la educación ambiental, en general, es abordada de manera muy fragmentada. Es decir, se abordan los problemas ambientales que generan, pero no se considera a la ciudad en sí misma como un problema ambiental.

Es un artefacto que provoca toda clase de conflictos a nivel ambiental porque es una especie de caja negra en donde entran materiales y energía, pero salen desechos y produce muy poco. Es un ente consumidor de recursos y generador de residuos básicamente.

«La ciudad es un problema ambiental», opina Pablo Sessano

En ese proceso se generan toda clase de problemas y en el mejor de los casos la educación se focaliza en algunos temas, el clásico es la basura. Ahora se habla mucho de economía circular -la reutilización de los materiales en distintas cadenas de producción a fin de no generar desechos-, pero acá tiene muchos problemas, es falsa.

No existe la economía circular realmente. Se pueden mejorar algunas cosas en ese circuito particular, pero se sigue dando vueltas alrededor de esa idea y nunca se toma la totalidad de la ciudad como una construcción de un modo de habitar que es un conflicto ambiental muy grande. 

Incluso, tienen una huella ecológica muy grande más allá de sí misma. Son las mayores consumidoras de recursos de territorios muy lejanos que también generan un impacto ambiental. La red de electricidad y de agua de los países son unos ejemplos.

«La economía circular acá -por Argentina- tiene muchos problemas, es falsa», afirma el profesor de educación ambiental
Crédito Matthew Paul Argall – Link: https://flic.kr/p/26gEaLU

El segundo problema es que desconectan a sus ciudadanos de los procesos naturales. Entonces, pierden de vista de dónde viene lo que consumen, todo lo que necesitan para vivir, y empiezan a construir una imagen del mundo, un poco ficcional, que se circunscribe a la ciudad y que olvida la naturaleza en definitiva.

Además, la vida urbana genera cierta sensación de bienestar ficticia, relativa. Uno tiene cerca un montón de cosas, incluida la cultura, pero la calidad de vida baja por muchísimas otras razones. Una ansiedad generada por consumir, la contaminación del aire, del agua, una vida asediada por el ruido, por el tráfico o por la movilidad que es muy conflictiva. 

También hay una desvalorización de lo no urbano como un lugar que en realidad merece ser habitado y se podría aprovechar de muchas maneras para descomprimir las ciudades, para generar asentamientos humanos más sustentables, viables, razonables y saludables.

Argentina es un caso muy paradigmático en ese sentido porque el 92% de su población vive en ciudades. Este es un país gigantesco y esa es una realidad que le permite decir a algunos funcionarios públicos, por ejemplo, que en las provincias no hay nada más que guanacos y considerar esos territorios como un desierto. Que no haya humanos no quiere decir que sea un desierto y, por otra parte, tiene recursos. 

Pablo Sesaano: “La desvalorización de lo no urbano” 

Si considera a la ciudad como un problema, ¿el tema de “la ciudad verde” termina siendo solo propaganda?

Sí, yo creo que sí. Sin duda las urbes se pueden convertir en ciudades verdes, pero eso está muy lejos de lo que están proponiendo. Para lograrlo tenés que cambiar la política, incluso urbanística, de manera muy contundente.

No existe la posibilidad de ser una ciudad verde con los automóviles que hay y crear una bicisenda. No agrega mucho más que la posibilidad de ir en bicicleta de un lugar a otro. También podría tener una arista criticable porque uno va respirando aire muy viciado. Es mejor que ir en auto, pero no deja de tener sus problemas. 

Una ciudad verde es un lugar con agua limpia, lleno de parques donde la naturaleza tiene espacios para rebrotar, donde el hacinamiento tiende a disminuir con menos edificios altos. Los residuos deben ser adecuadamente manejados, sobre todo prevenidos con un consumo menos contaminante. Incluso, hay partes en donde se está permitiendo fauna, como en la ciudad de Grecia, pero para eso tiene que cambiar toda la configuración urbana.

Por eso, esta historia de decir “ciudad verde” y hacer casi nada es prácticamente un lavado de cara, greenwashing. Realmente creo que es muy perverso porque lo que oculta atrás son grandes negocios que conllevan el deterioro de la ciudad y con ello la calidad de vida.

Ciudad de Buenos Aires
Crédito: Juanedc – Link: https://flic.kr/p/e8DYoP

Entonces, ¿la solución no es sólo plantar árboles?

No, sin duda no lo es. En todo caso, si vas a plantar árboles, que está bien, lo bueno sería que no se saquen otros. Lo que ocurre suele ser al revés. Se dice que se plantan un número de árboles, pero no se dice que se han sacado un número mayor.

Además, tiene el problema adicional que los árboles plantados después no se cuidan. Son plantas pequeñas que no ofrecen todos los servicios ambientales, mientras que se talan árboles añosos que sí los están ofreciendo hace mucho tiempo servicios ambientales. Es complicado.

«Este es un país gigantesco -urbanizado- y esa es una realidad que le permite decir a algunos funcionarios públicos, por ejemplo, que en las provincias no hay nada más que guanacos y considerar esos territorios como un desierto«, asevera Pablo Sessano

«No vive nadie, nada más un millón de guanacos»

La ministra de seguridad Patricia Bullrich habló -a fines de febrero- que Chubut tenía que desarrollar sus actividades económicas, una de ellas la minería. Argumentó: «Tiene una planicie, un yacimiento de plata y después desde la costa hasta la montaña tiene todo tipo de minerales y no vive nadie, hay nada más que un millón de guanacos”.

Luego, aclaró en otra entrevista que se refería sólo a la meseta patagónica y no a la provincia: “En la meseta patagónica vive muy poca gente, es un desperdicio para el país que una zona de ese tipo no se explote y hay una plaga real de guanacos, en La Patagonia hay más de 2 millones y medio”.

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