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¿Por qué tener ecosistemas sanos es la base de la bioeconomía?

Transformar, en forma sustentable, la biomasa vegetal y animal en múltiples productos es la base de la bioeconomía.

Por qué tener ecosistemas sanos es la base de la bioeconomía

Hace millones de años, ni la atmosfera ni los suelos en los que viven las plantas terrestres eran semejantes a los de este momento de la evolución del planeta. El aire no tenía oxígeno y no existían los suelos. En ambos casos la vida jugó un rol decisivo. Los suelos son producto de un largo y complejo proceso de descomposición de las rocas por factores físicos, químicos y biológicos que permite que las raíces puedan captar el agua y los nutrientes en esa matriz de minerales, aire, agua y materia orgánica. Esta materia orgánica tiene una vida muy activa que van desde los microorganismos hasta las lombrices. Todos ellos con un ajuste biológico complejo y central para todo el ecosistema.

La descomposición de la materia orgánica y del reciclado de nutrientes tiene efectos muy importantes sobre las comunidades vegetales y es producto de una red trófica muy compleja.

Los consumidores primarios de la materia orgánica son bacterias y hongos que descomponen y mineralizan sustancias orgánicas complejas, siendo los miembros más abundantes y diversos, en un gramo de suelo puede haber entre 5000 y 10000 especies de microorganismos y un número semejante a habitantes humanos del planeta.

Los consumidores secundarios son los protozoos, nematodos y ácaros animales  que consumen microbios siendo la microfauna más pequeña (menores de 0,2 mm). La mesofauna de entre 0,2 y 10 mm que funcionan como transformadores del mantillo vegetal. La macrofauna es más grande (mayores de 1 cm), incluye fundamentalmente a las lombrices de tierra, junto con algunos moluscos, miriápodos y distintos grupos de insectos. Todos los consumidores transforman sus alimentos y sus sistemas digestivos aportan otros microorganismos que generan heces enriquecidas  formando parte de este proceso tan complejo y vital para la vida actual.

Las lombrices suelen ser la mayor biomasa dentro de los suelos y su función se conoce desde la civilización sumeria, grandes agricultores de hace 5000 años

Las lombrices suelen ser la mayor biomasa dentro de los suelos y su función se conoce desde la civilización sumeria, grandes agricultores de hace 5000 años. Ellos establecían la calidad de los suelos a partir de la densidad de las lombrices al cavar un hoyo en el mismo.

Los egipcios las transformaron en dioses por su función y hasta estaba penado hasta con la muerte a quien las dañara. Aristóteles las define como los intestinos de la tierra y Darwin dijo que “es dudoso que existan otros animales que hayan jugado un papel más importante en la historia del mundo que estas criaturas de organización tan simple”.

Han tenido un enorme éxito adaptativo desde que aparecieron en el precámbrico, hace 700 millones de años. Hay unas de 8000 especies, de la mayoría sólo se conoce el nombre y morfología, pero se desconoce su biología y ecología. Estas han colonizado diversos ambientes desde los mares, lechos lodosos de cuerpos de agua dulce  y están en  las capas superiores de casi todos los suelos del planeta. Pueden vivir hasta 10 años.

Por su función ecológica hay tres grupos, las epigeas que están en la superficie del suelo comiendo restos vegetales o estiércoles y que por estar más expuestas tienen mayor movilidad y tasa reproductiva, un ejemplo es la lombriz californiana usada para reciclar desechos orgánicos. Pesan un gramo y come su peso cada día. Otro grupo, las endogeas, pasan toda su vida en el interior del suelo alimentándose de raíces y materia orgánica, son el 20% de la biomasa. Y el grupo más numeroso es el de los anécicos, la conocida lombriz de tierra, cava galerías en forma de “U”  y sale por las noches  a comer restos vegetales arrastrándolos al fondo para devorarlos junto con partículas de tierra. Estas  cumplen un papel muy importante  y son más del 75% de la biomasa.

Así como los microorganismos producen las enzimas responsables de la descomposición bioquímica de la materia orgánica, las lombrices son claves ya modifican tanto la biomasa microbiana como su actividad de forma directa e indirecta a través de la estimulación, digestión y dispersión de los microorganismos  afectando la estructura  de la microflora y de la microfauna.  Otras modificaciones importantes son en las condiciones físicas del sustrato debido a las excavaciones  que facilitan la aireación y la homogeneización del sustrato, así como la actividad microbiana. Intervienen también en la conversión rápida del nitrógeno amoniacal en nitratos, aumentando la mineralización de nitrógeno. Todos estos son “servicios ecosistémicos”, que la mayoría de las personas desconoce.

 Los suelos son producto de un largo y complejo proceso de descomposición de las rocas por factores físicos, químicos y biológicos que permite que las raíces puedan captar el agua y los nutrientes en esa matriz de minerales, aire, agua y materia orgánica.

Analizando las diversas poblaciones también se puede diagnosticar sobre las condiciones del suelo y su manejo. También utilizarse para resolver situaciones de problemáticas ambientales con la llamada vermirremediación

Transformar, en forma sustentable, la biomasa vegetal y animal en múltiples productos es la base de la bioeconomía. Todo ello se sostiene en los microorganismos y lombrices. Aquí aparece la relevancia de nuestros sistemas productivos bajo  siembra directa y buenas prácticas, ya que  acumulan más materia orgánica y al no mezclar estratos no disturban las colonias de microorganismos, todo ello facilitando el proceso con esquemas de cultivos de servicio que mantienen raíces vivas y hábitat para todos ellos. Cuidar y para ellos estudiar la vida del suelo es central ya que sin ella ni la  Vaca Viva y ni los humanos tendremos viabilidad.

Fernando Vilella es Ingeniero Agrónomo, Profesor Titular Cátedra de Agronegocios y Director ​del Programa​ de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires 

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