Argentina y la (posible) salida del Acuerdo de París 2030 ¿Qué impacto generaría?
El anuncio del presidente Javier Milei sobre la posibilidad de retirar a Argentina del Acuerdo de París ha generado un intenso debate en los ámbitos político, económico y diplomático. La decisión, que aún está en evaluación según el vocero presidencial Manuel Adorni, podría tener repercusiones tanto en la relación del país con organismos internacionales como en la imagen de Argentina a nivel global
Por Judith Scheyer

Un anuncio con implicancias internacionales
En una entrevista concedida al medio periodístico francés Le Point, Milei afirmó que está considerando seriamente la posibilidad de retirar a Argentina del Acuerdo de París, asegurando que no adhiere a la «agenda ambientalista» y cuestionando la relación entre el cambio climático y la actividad humana. Este posicionamiento se enmarca dentro de una serie de decisiones recientes que incluyen la salida del país de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y críticas a organismos multilaterales.
El Acuerdo de París, adoptado en 2015 por 196 países, busca limitar el calentamiento global a menos de 2 grados centígrados, con el objetivo ideal de 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales. Para lograrlo, los países firmantes se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y a transitar hacia una economía más sustentable.
¿En qué nos cambia la vida a los argentinos?
Si bien el Acuerdo de París es un tratado internacional centrado en la lucha contra el cambio climático, su cumplimiento conlleva compromisos que impactan en diversos sectores de la economía. La adhesión de Argentina al Acuerdo ha impulsado políticas públicas en energías renovables, eficiencia energética e incentivos a la transición hacia una economía baja en carbono.
La salida podría traducirse en un retroceso en estos programas, afectando a industrias vinculadas a la sustentabilidad y a sectores que han apostado por la innovación en energías limpias.
Desde una perspectiva económica, la decisión podría tener implicancias en el acceso a financiamiento internacional. Organismos multilaterales y bancos de desarrollo consideran el cumplimiento de compromisos ambientales al otorgar créditos y financiamiento a proyectos nacionales. Una Argentina fuera del Acuerdo de París podría enfrentar mayores dificultades para acceder a estos fondos o encontrar condiciones menos favorables.

¿Cómo nos verían en el mundo si nos retiramos del Acuerdo de París?
En el contexto internacional, la permanencia en acuerdos ambientales es un factor clave para la diplomacia y la percepción de un país en la comunidad global. La salida de Argentina podría alinearla con países que han rechazado el Acuerdo, como Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, Irán o Libia, enviando una señal de desvinculación de las iniciativas multilaterales.
Además, las negociaciones comerciales podrían verse afectadas. Acuerdos como el tratado entre Mercosur y la Unión Europea incluyen cláusulas ambientales que podrían volverse un obstáculo en futuras negociaciones. La salida del Acuerdo de París podría generar reticencias en bloques económicos y países que priorizan políticas ambientales en sus relaciones comerciales.

Por otro lado, el anuncio de Milei refuerza su postura crítica hacia organismos internacionales. No solo ha cuestionado la legitimidad del Acuerdo de París, sino que también ha calificado de «criminal» a la Organización Mundial de la Salud y ha planteado dudas sobre la «Agenda 2030». Este enfoque ¿podría modificar la posición de Argentina en foros internacionales y su participación en debates globales?
¿Es sencillo retirarse del Acuerdo de París?
El proceso de desvinculación de un tratado internacional como el Acuerdo de París no es inmediato ni automático.
Según lo estipulado en el artículo 28 del Acuerdo, un país solo puede iniciar formalmente su salida tres años después de su entrada en vigor, y el retiro se hace efectivo un año después de la notificación oficial. Esto significa que, aún si Milei decidiera retirarse hoy, la desvinculación no se concretaría hasta dentro de varios años.
En paralelo, Argentina participa en otros acuerdos que incluyen compromisos ambientales, como el tratado entre Mercosur y la Unión Europea o las negociaciones para ingresar a la OCDE.
El retiro del Acuerdo de París podría generar tensiones con socios comerciales que consideran la agenda climática un factor determinante en sus relaciones internacionales.
Interrogantes que surgen
La posibilidad de salir del Acuerdo de París también plantea interrogantes sobre la estrategia de desarrollo del país. Mientras algunos sectores podrían ver la decisión como una forma de reducir regulaciones y barreras para la industria tradicional, otros advierten que puede perjudicar la competitividad de Argentina en un mundo que avanza hacia modelos productivos sustentables.
Milei también ha señalado su intención de firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, asegurando que el Mercosur no debería ser un obstáculo para ello. Esto sugiere una estrategia de apertura comercial que podría estar en tensión con la salida de un pacto ambiental que es considerado un estándar en la política internacional.

La hipotética salida de Argentina del Acuerdo de París no es solo una cuestión ambiental, sino que involucra aspectos económicos, políticos y diplomáticos que podrían redefinir el rol del país en el escenario global.
Las próximas decisiones del Gobierno marcarán el rumbo de Argentina en un mundo que, lejos de apartarse de la agenda climática, la está consolidando como un eje central de su desarrollo.
¿Argentina sigue el camino de Estados Unidos?
La posible salida de Argentina del Acuerdo de París no ocurre en un vacío. La reciente decisión de Donald Trump de retirar nuevamente a Estados Unidos del pacto climático refuerza la idea de que ciertos gobiernos priorizan la soberanía económica por encima de los compromisos ambientales globales.
En su segundo mandato, Trump justificó la salida del Acuerdo de París argumentando que impone cargas desproporcionadas a la economía estadounidense y restringe su desarrollo industrial. Este mismo razonamiento podría aplicarse a la estrategia de Milei, quien ha insistido en la necesidad de desregular la economía y reducir la injerencia del Estado en las políticas productivas.
Si Argentina efectivamente sigue el camino trazado por la administración de Trump, podría posicionarse dentro de un bloque de países escépticos ante la agenda climática, como Arabia Saudita y otras economías dependientes de los combustibles fósiles. Sin embargo, esto podría traer consigo dificultades diplomáticas y comerciales, sobre todo con la Unión Europea y otros socios estratégicos que han convertido la sustentabilidad en un eje central de sus políticas exteriores.